La Onicofagia es el hábito compulsivo que se
manifiesta en que la persona que lo padece tiende a "comerse las
uñas", de un modo que es poco posible controlarse. Es una patología de
carácter psicológico. Y como tal, puede precisar de ayuda especializada. La
persona que padece onicofagia puede llegar al extremo de retirar su uña hasta
dejar la piel al descubierto. Esta conducta se puede manifestar en las uñas de
todos los dedos. Entre las causas externas podemos mencionar problemas tan
variados como: problemas económicos, problemas laborales, problemas de pareja,
etc.
Y entre las causas internas podemos mencionar:
factores internos como necesidad de auto-flagelación o auto-castigo por no
sentirse completamente a gusto con quien se es, con los logros alcanzados en la
vida, de cómo se reacciona ante ciertas situaciones, de cómo te ven los demás,
etc.
Sobre este último aspecto, existen casos documentados
de personas sometidas a hipnosis que revelan que atacar literalmente sus dedos
y uñas hasta niveles de hacerse verdadero daño es parte de su auto-flagelación
por no sentirse a gusto con quienes son. Este es tal vez uno de los problemas
de onicofagia más difíciles de erradicar. Aunque en muchos casos perdura hasta
la edad adulta, la mayor incidencia de este mal hábito se da en la pubertad. Es
más común en el sexo masculino que en el femenino, y ocurre con la siguiente
frecuencia:
- 44-45% de adolescentes.
- 28% al 33% de niños entre 7 y 10 años.
- 19% al 29% de adultos jóvenes.
- 5% de adultos mayores.
Morderse las uñas puede resultar en el transporte de
gérmenes que se ocultan bajo las uñas a la boca o viceversa, llevando a la
hinchazón del dedo y en casos extremos, también da una mala presentación a las
personas, debido a que las manos con las uñas comidas, son de muy mala presentación,
pudiendo dar lugar a pus.
El mordedor compulsivo de uñas puede estar tentado a
comer no sólo esta sino también la cutícula y la piel de alrededor,
provocándose heridas por donde puede sufrir infecciones oportunistas micróbicas
y virales. Dañarse la piel o uñas puede llevar a la ansiedad por la apariencia
de las manos, produciéndose así un círculo vicioso (realimentación o feedback)
que perpetúa la conducta. El hábito crónico de morderse las uñas es perjudicial
a largo plazo para la sustancia adamantina frontal de los dientes, aumentando
la caries en las zonas afectadas.