En la vida rara vez nos maravillamos de nuestra
capacidad para reconocer un rostro. En general lo hacemos de golpe, sin necesidad
de una descripción verbal ni de un análisis consciente de las diversas
características faciales. También es sorprendente que podamos memorizar un
número considerable de rostros en el transcurso de nuestra vida, y que esa
capacidad pueda perder por una lesión cerebral localizada en una región
particular de la corteza cerebral.
La prosopagnosia nos muestra que el rostro pertenece a una categoría
visoperceptual especial y que desde el punto de vista bio-psico-social, parece
ser el objeto visual de mayor significación para el hombre.
Prosopagnosia, del griego “prosop”: aspecto, y de
“agnosia”: desconocimiento. Término acuñado en 1947 por el médico Joachim
Bodamer, quien la definió en los siguientes términos: “Es la interrupción
selectiva de la percepción de rostros, tanto del propio como del de los demás,
los que pueden ser vistos pero no reconocidos como los que son propios de
determinada persona.
Los prosopagnósicos suelen reconocer una cara, es
decir, saben que una cara es una cara, pero tienen dificultad para distinguir
una de otra. A menudo son capaces de identificar elementos individuales, como
la nariz, los ojos, las cejas, etc., pero no de unir estos elementos
fundiéndolos en un todo reconocible. El reconocimiento de expresiones
emocionales puede estar conservado. Aunque a veces pueden identificar a
personas basándose en algún rasgo distintivo, como un lunar, un tic nervioso,
la constitución física, la voz, etc., sus caras no les resultan familiares. En
los casos más graves, los afectados son incapaces de reconocerse a sí mismos,
su imagen reflejada les resulta extraña, no siendo capaces de identificar su
rostro en el espejo ¿se imaginan?
Sin emabrgo, el Prosopagnósico puede tener una
excelente capacidad de discriminar características faciales en rostros
desconocidos. Esto sugiere que reconocer rostros de familiares y discriminar
características faciales de rostros desconocidos son dos actividades
cognoscitivas diferentes (Benton y Allen, 1972). La prosopagnosia se puede
asociar con agnosia al color o acromatopsia (Kay y Levine 1982); alteraciones
de la imaginación visual (Levine 1978 y 1985); hipoemocionalidad visual
(Russel, 1982), zooagnosia y dificultad para identificar individualidades
dentro de una categoría visual determinada. En más del 90% de los casos hay
defectos del campo visual y en la mitad de ellos es bilateral; cuando es
unilateral generalmente compromete el lado izquierdo y el cuadrante superior
(Meadows, 1974).
Se supone que cada agnosia visual está causada por una
lesión de la zona de la corteza visual secundaria que media en el
reconocimiento de esa característica en concreto. Así, se supuso que la
prosopagnosia se debía a una lesión bilateral de una región particular de la
corteza encargada del reconocimiento de las caras. Sin embargo, hay
investigadores que han sugerido que este trastorno implica un fallo más general
que el reconocimiento de caras, y que estaría afectada la capacidad de
identificar elementos individuales dentro de un conjunto de objetos similares.
A favor de esta postura está el hecho de que se han
encontrado prosopagnósicos que presentan problemas globales de reconocimiento
de objetos concretos que pertenecen a clases complejas, estando afectada la
capacidad para distinguir, además de las caras, distintas especies de pájaros,
de perros, diferentes modelos de coches, etc. Pero existen bastantes
evidencias, recogidas en distintas investigaciones, de que hay una zona en el
cerebro dedicada específicamente al reconocimiento de caras. Tal vez, el
problema es que se ha incluido en un mismo grupo a pacientes neuropsicológicos
que tienen un déficit común (la dificultad para reconocer caras), pero que
tienen unas características diferenciadas y cuyos déficits pueden tener su
origen en lesiones cerebrales diferentes.
La agnosia a los rostros puede ser de dos tipos según
se altere el proceso de construcción del percepto o las huellas de memoria de
las caras por alteración de la unidad de reconocimiento facial:
Prosopagnosia
Aperceptiva: En
este caso el paciente puede ver una cara como cara pero falla en el análisis
estructural de la misma y el conjunto no le permite extraer una identidad ni le
produce sentimiento de familiaridad. Puede imaginar o soñar con caras de
familiares y conocidos pero al verlas no evocan su huella de memoria. Estos
pacientes tienen además dificultad en el análisis visual de rostros
desconocidos.
Prosopamnesia
o Prosopagnosia Asociativa: En este caso existe una alteración del reconocimiento
a pesar de un buen análisis estructural de la cara. El paciente puede
identificar el sexo, la raza, la edad, puede parear fotografías de personas
desconocidas, expresiones faciales similares, o poses fotográficas diferentes
de la misma persona. El paciente demuestra que construye un buen percepto
facial pero no logra a pesar de ello el reconocimiento. No se trata exactamente
de una amnesia porque los nodos de identidad personal están intactos y conserva
las memorias semánticas sobre las personas, pero sólo pueden ser activadas a
través de otras vías no visuales como la voz o el nombre. Es decir, dispone del
percepto y la memoria semántica, lo que tiene alterado es la unidad de
reconocimiento facial. La diferencia entre este trastorno selectivo de la
memoria de las caras y la amnesia es que en esta última se puede perder la
memoria semántica sobre las personas mientras que en la prosopamnesia se
conserva.
La discriminación de rostros desconocidos es una
actividad visoperceptual desligada de la memoria y de los afectos y por lo
tanto sería una tarea más superficial y específica relacionada con actividad de
las áreas de asociación visual y con la construcción del percepto facial; el
reconocimiento de rostros familiares, por el contrario, tiene que ver con la
evocación de procesos mnésicos y afectivos asociados al acto visoperceptual,
siendo una tarea mucho más profunda y probablemente relacionada con la
actividad de un mayor número de regiones cerebrales: corteza visual, áreas de
asociación, estructuras de memoria, estructuras del sistema límbico y regiones
prefrontales.
Una de las evidencias que indica la existencia de una
región cerebral especializada en el reconocimiento de caras, proviene de
estudios realizados mediante tomografía por emisión de positrones (TEP),
técnica que permite visualizar las zonas cerebrales en las que se produce
actividad mientras el sujeto realiza una determinada tarea. En este caso los
sujetos veían imágenes de caras y de otras formas de similar complejidad
mientras se analizaba su actividad cerebral.
Estos resultados son coherentes con los obtenidos en
estudios mediante autopsias y resonancia magnética de personas aquejadas de
prosopagnosia. En estos estudios se ha asociado esta alteración con una lesión
bilateral en la corriente ventral. Esta corriente está formada por vías
nerviosas que conducen la información desde la corteza visual primaria hasta la
corteza ventral preestriada, y de ahí hasta la corteza inferotemporal. Por lo
tanto, la prosopagnosia estaría relacionada con un mal flujo de información
entre la corteza visual primaria y la corteza inferotemporal (que se activa en
ambos hemisferios cerebrales cuando los sujetos ven caras, pero permanece
inactiva cuando ven los otros estímulos), produciéndose de este modo una
alteración en la capacidad de reconocer caras, es decir, Prosopagnosia.