jueves, 11 de enero de 2018

CEGUERA FACIAL


En la vida rara vez nos maravillamos de nuestra capacidad para reconocer un rostro. En general lo hacemos de golpe, sin necesidad de una descripción verbal ni de un análisis consciente de las diversas características faciales. También es sorprendente que podamos memorizar un número considerable de rostros en el transcurso de nuestra vida, y que esa capacidad pueda perder por una lesión cerebral localizada en una región particular de la corteza cerebral.

La prosopagnosia nos muestra  que el rostro pertenece a una categoría visoperceptual especial y que desde el punto de vista bio-psico-social, parece ser el objeto visual de mayor significación para el hombre.

Prosopagnosia, del griego “prosop”: aspecto, y de “agnosia”: desconocimiento. Término acuñado en 1947 por el médico Joachim Bodamer, quien la definió en los siguientes términos: “Es la interrupción selectiva de la percepción de rostros, tanto del propio como del de los demás, los que pueden ser vistos pero no reconocidos como los que son propios de determinada persona.

Los prosopagnósicos suelen reconocer una cara, es decir, saben que una cara es una cara, pero tienen dificultad para distinguir una de otra. A menudo son capaces de identificar elementos individuales, como la nariz, los ojos, las cejas, etc., pero no de unir estos elementos fundiéndolos en un todo reconocible. El reconocimiento de expresiones emocionales puede estar conservado. Aunque a veces pueden identificar a personas basándose en algún rasgo distintivo, como un lunar, un tic nervioso, la constitución física, la voz, etc., sus caras no les resultan familiares. En los casos más graves, los afectados son incapaces de reconocerse a sí mismos, su imagen reflejada les resulta extraña, no siendo capaces de identificar su rostro en el espejo ¿se imaginan?

Sin emabrgo, el Prosopagnósico puede tener una excelente capacidad de discriminar características faciales en rostros desconocidos. Esto sugiere que reconocer rostros de familiares y discriminar características faciales de rostros desconocidos son dos actividades cognoscitivas diferentes (Benton y Allen, 1972). La prosopagnosia se puede asociar con agnosia al color o acromatopsia (Kay y Levine 1982); alteraciones de la imaginación visual (Levine 1978 y 1985); hipoemocionalidad visual (Russel, 1982), zooagnosia y dificultad para identificar individualidades dentro de una categoría visual determinada. En más del 90% de los casos hay defectos del campo visual y en la mitad de ellos es bilateral; cuando es unilateral generalmente compromete el lado izquierdo y el cuadrante superior (Meadows, 1974).

Se supone que cada agnosia visual está causada por una lesión de la zona de la corteza visual secundaria que media en el reconocimiento de esa característica en concreto. Así, se supuso que la prosopagnosia se debía a una lesión bilateral de una región particular de la corteza encargada del reconocimiento de las caras. Sin embargo, hay investigadores que han sugerido que este trastorno implica un fallo más general que el reconocimiento de caras, y que estaría afectada la capacidad de identificar elementos individuales dentro de un conjunto de objetos similares.

A favor de esta postura está el hecho de que se han encontrado prosopagnósicos que presentan problemas globales de reconocimiento de objetos concretos que pertenecen a clases complejas, estando afectada la capacidad para distinguir, además de las caras, distintas especies de pájaros, de perros, diferentes modelos de coches, etc. Pero existen bastantes evidencias, recogidas en distintas investigaciones, de que hay una zona en el cerebro dedicada específicamente al reconocimiento de caras. Tal vez, el problema es que se ha incluido en un mismo grupo a pacientes neuropsicológicos que tienen un déficit común (la dificultad para reconocer caras), pero que tienen unas características diferenciadas y cuyos déficits pueden tener su origen en lesiones cerebrales diferentes.

La agnosia a los rostros puede ser de dos tipos según se altere el proceso de construcción del percepto o las huellas de memoria de las caras por alteración de la unidad de reconocimiento facial:

Prosopagnosia Aperceptiva: En este caso el paciente puede ver una cara como cara pero falla en el análisis estructural de la misma y el conjunto no le permite extraer una identidad ni le produce sentimiento de familiaridad. Puede imaginar o soñar con caras de familiares y conocidos pero al verlas no evocan su huella de memoria. Estos pacientes tienen además dificultad en el análisis visual de rostros desconocidos.

Prosopamnesia o Prosopagnosia Asociativa: En este caso existe una alteración del reconocimiento a pesar de un buen análisis estructural de la cara. El paciente puede identificar el sexo, la raza, la edad, puede parear fotografías de personas desconocidas, expresiones faciales similares, o poses fotográficas diferentes de la misma persona. El paciente demuestra que construye un buen percepto facial pero no logra a pesar de ello el reconocimiento. No se trata exactamente de una amnesia porque los nodos de identidad personal están intactos y conserva las memorias semánticas sobre las personas, pero sólo pueden ser activadas a través de otras vías no visuales como la voz o el nombre. Es decir, dispone del percepto y la memoria semántica, lo que tiene alterado es la unidad de reconocimiento facial. La diferencia entre este trastorno selectivo de la memoria de las caras y la amnesia es que en esta última se puede perder la memoria semántica sobre las personas mientras que en la prosopamnesia se conserva.

La discriminación de rostros desconocidos es una actividad visoperceptual desligada de la memoria y de los afectos y por lo tanto sería una tarea más superficial y específica relacionada con actividad de las áreas de asociación visual y con la construcción del percepto facial; el reconocimiento de rostros familiares, por el contrario, tiene que ver con la evocación de procesos mnésicos y afectivos asociados al acto visoperceptual, siendo una tarea mucho más profunda y probablemente relacionada con la actividad de un mayor número de regiones cerebrales: corteza visual, áreas de asociación, estructuras de memoria, estructuras del sistema límbico y regiones prefrontales.

Una de las evidencias que indica la existencia de una región cerebral especializada en el reconocimiento de caras, proviene de estudios realizados mediante tomografía por emisión de positrones (TEP), técnica que permite visualizar las zonas cerebrales en las que se produce actividad mientras el sujeto realiza una determinada tarea. En este caso los sujetos veían imágenes de caras y de otras formas de similar complejidad mientras se analizaba su actividad cerebral.

Estos resultados son coherentes con los obtenidos en estudios mediante autopsias y resonancia magnética de personas aquejadas de prosopagnosia. En estos estudios se ha asociado esta alteración con una lesión bilateral en la corriente ventral. Esta corriente está formada por vías nerviosas que conducen la información desde la corteza visual primaria hasta la corteza ventral preestriada, y de ahí hasta la corteza inferotemporal. Por lo tanto, la prosopagnosia estaría relacionada con un mal flujo de información entre la corteza visual primaria y la corteza inferotemporal (que se activa en ambos hemisferios cerebrales cuando los sujetos ven caras, pero permanece inactiva cuando ven los otros estímulos), produciéndose de este modo una alteración en la capacidad de reconocer caras, es decir, Prosopagnosia.