Una mañana soleada en casa, el Sr. M., un buen
nadador, se lanzó de cabeza a la piscina, había dado unas fuertes braceadas
cuando se detuvo de repente. A un metro de la superficie empezó a ahogarse, tal vez pensó que podría
alcanzarla fácilmente; sin embargo, permaneció inmóvil. Cuando su hija vio a su
padre paralizado, no entendió porque no nadaba y se dejaba ahogar, corrió
rápidamente y pudo sacarlo. Luego el Sr. M. refirió: no sé qué paso,
simplemente ya no tuve más deseo de nadar. Este es un caso de manual para la
Psiquiatría y la Psicología. Ésta es una de las patologías más insólitas del
cerebro.
Se trata de un síndrome caracterizado por la falta de
motivación (pasividad extrema), conducta indiferente, apática y poco
espontánea, indiferencia afectiva y disminución de la expresión motora. La
perdida de motivación y espontaneidad (vacío mental) le impide a la persona
realizar de forma voluntaria actividades de la vida diaria complejas (desorden
motivacional), o cuando logran realizar algún tipo de actividad motora, su
ejecución es estereotipada y, en ocasiones, adopta un carácter compulsivo
severo (Laplane y cols., 1989).
Por ejemplo, un paciente con este síndrome puede
sufrir quemaduras graves por contacto con una estufa caliente, debido a que
carece de la voluntad de abandonar a pesar de experimentar dolor. Los
pacientes con PAP están totalmente
conscientes de este cambio conductual y no sufren por ello, no se deprimen ni
están ansiosos, simplemente no hacen planes ni proyectos. Dan una impresión de
desinterés, no demuestran preocupación por su salud ni por la carga que representan
para sus familias y cuidadores.
Aunque pueden reconocer sus problemas al ser
discutidos con el interlocutor, raramente toman la iniciativa para interesarse
por su estado y no expresan planes para el futuro. Sus expresiones emocionales
son breves y luego de expresarlas vuelven a sumirse en un estado de "mente
en blanco" (Laplane, 1990).Este trastorno fue descrito por primera vez por
el neurólogo francés Dominique Laplane en el año 1982 como "síndrome de
PAP” (pérdida de autoactivación psíquica).
También conocida como
“acinesia psíquica pura” (APP), o “perdida del inicio o mantenimiento de
la acción”. El síndrome se cree que es
debido a los daños a las áreas del ganglio basal o la corteza frontal, en
concreto el cuerpo estriado y globo pálido, responsable de la motivación y las
funciones ejecutivas. Las funciones cognitivas están relativamente
preservadas.Lo que diferencia al PAP de otro trastorno de la motivación, es que
es reversible, la estimulación externa repetida y la interacción con otras personas
consiguen que el individuo inicie algún tipo de actividad, no ocurriendo así
con los síndromes apáticos o abúlicos puros, en donde la estimulación externa
no da resultados.
También sus síntomas pueden diferenciarse de los de la
depresión. Los síntomas depresivos indican existencia de tristeza o
pensamientos negativos, mientras que los pacientes con PAP, afirman
experimentar una ausencia total de pensamientos, positivos o negativos.La
persona que sufre esta enfermedad se ve repentinamente sin el impulso de
actuar, es definitivamente incompetente para tomar decisiones aunque sean
simples. Incluso si es sobre la vida y la muerte, permanecerá con apatía.
Pudiendo resultar muy peligroso, puesto que podría incluso dejar de comer, sentiría hambre y dolor, saberse al límite, y
aun así no hacer nada para cambiar su estado.
Este fenómeno es definitivamente fascinante aun para
el psiquiatra, así nos refiere Isabella Heuser, directora del hospital de
Berlín. “Un profesor de química de 30 años, había perdido después de un golpe
todo interés por trabajar, incluso para tener sexo no podía motivarse. El
hombre sólo pasaba el tiempo sin hacer nada. Sin embargo no sentía el
aburrimiento que puede suponer la inactividad. Un síntoma típico en estos
casos.
Estos casos insólitos sin duda necesitan de una
educación especial. La gente con el síndrome de PAP viven en un mundo estático,
donde continuamente alguien tiene que recordarles que deben cepillarse los
dientes, lavarse y peinarse. Ignoran las normales motivaciones morales y
sociales que damos por hechas. No captan que su falta de acción pueda tener
consecuencias significativas.