Debido a la variada utilización popular y profesional,
el término perversión presenta interminables dificultades. En particular porque
se relacionó (erróneamente) con supuestas "desviaciones" sexuales.
Concepción desechada en la actualidad. En este sentido la psiquiatría y
psicología adoptaron para las situaciones relacionadas con lo sexual
"disfunciones" o directamente "parafilias". En este sentido
los manuales de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV y CIE 10))
desechan la denominación de perversión.
El caso del psicoanálisis se convierte en una lectura
particular, porque desde la perspectiva del psicoanálisis, la perversión se
aleja de las parafilias y toma valor como una de las tres grandes estructuras
nosográficas: psicosis, neurosis y perversión. Cabe diferenciar al
psicoanálisis francés de otras posturas, por ejemplo de aquellas que sostienen
una linealidad continuada de patologías de las cuales es posible entrar o
salir.
En el caso psicoanalítico se plantea una seriación de
las estructuras, por lo que la constitución subjetiva de un sujeto no es
modificable en ese sentido. Esto da lugar a muchas confusiones porque el
psicoanálisis no sostiene entonces la salida de estas estructuraciones básicas
sino diferentes maneras de situarse en estas relaciones subjetivas. Se trata
entonces de los modos que una persona encuentra de ubicarse frente al Otro,
frente a la significación y la constitución subjetiva del mismo.
Para entender esto es preciso distinguir que la
psicología tradicional realiza sus diagnósticos a partir de sucesos
fenomenológicos observables, como por ejemplo mediante una descripción de
comportamientos al modo de los manuales diagnósticos. El psicoanálisis parte de
una base organizativa mayor por lo que los rasgos sintomáticos no bastan para
definir una estructura. Por otra parte el psicoanálisis cuestiona la distinción
tradicional normalidad – enfermedad por considerarla dependiente de la
connotación médica, debido a que bajo una lectura psicoanalítica, todas las
personas presentarían un posicionamiento en alguna de las tres grandes
categorías.
Se parte así de un origen lógico en relación a la
dinámica edípica, y una fuerte concepción teórica pero de difícil apreciación
por parte de aquellas personas (profesionales o no) que no se encuentran
familiarizadas con la lógica teórica ni con la terminología característica del
psicoanálisis.
Las estructuras básicas dependen de una relación
simbólica en la dialéctica también simbólica del paso edípico del ser al tener.
Cobra importancia el significante en relación a la falta y la completud del
Otro (significante fálico). Planteado así, se parte de momentos lógicos
cruciales y determinantes en la constitución del sujeto, y de diferentes
maneras según las cuales un sujeto se relaciona o no con lo simbólico de estas
apreciaciones. Así cobra importancia la
posible intervención del significante llamado paterno (no del padre real) y su
intervención en la dialéctica.
En este
sentido los tres grandes caminos posibles:
En la neurosis
se reprime la significación primordial, reservándose entonces el término
utilizado por Freud característico de la estructuración neurótica Verdrängung
(Represión). Esta estructura está Basada en inscripción de la función
significante como punto de origen. La neurosis se describe en relación a la
función simbólica relacionada con la instancia de demarcación de una legalidad
en relación a la triangulación edípica (significante nombre del padre). En este
punto es necesario aclarar que el psicoanálisis plantea diferenciar la
estructura perversa de los rasgos perversos en la neurosis.
Para la psicosis
el término utilizado es Verwerfung (Forclusión), a diferencia de la neurosis
donde se reprime la significación, en este caso se la expulsa del aparato
psíquico.
Para la perversión el término utilizado por Freud es Verleugnung (renegación), aquí
la significación del significante primordial se mantiene, pero no se deja de
renegar contra ella. Así el perverso queda capturado en la dialéctica del ser y
el tener, donde la terceridad será reconocida pero solo para no dejar de
impugnarla (desafío y trasgresión). En términos psicoanalíticos: Se cree en la
castración y a la vez se reniega de ella, es decir se sabe conscientemente de
la falta estructural que remite simbólicamente a la falta de pene en la mujer,
aunque en rigor nada le falte.
Lo que ocurre es una manera particular de significar
el hecho evitando la angustia. Así la significación de la ley se mantiene,
porque la madre (funcional) del perverso no es una madre fuera de la ley, sino
que es una madre fálica, porque el perverso mantiene en el horizonte una madre
referida a la significación paterna, de otro modo se hablaría de psicosis. En
la perversión el discurso materno se hace el representante o intermediario de
esta terceridad (significante paterno), que no interviene de manera significante
más que fallidamente. (Fuente: Clinicapsi)